Mi nombre es Shariana Ferrer-Núñez y me dirijo a ustedes en representación de la delegación de nuestra organización, compuesta por 11 compañeras presentes en la 33.ª Brigada Juan Rius Rivera. Somos una organización política militante que parte del feminismo negro y la larga tradición radical negra y decolonial en nuestro país.
Este año cumplimos nuestra primera década de militancia, de construcción de movimientos sociales contra la violencia de género, la violencia racista, antinegra y colonial en Puerto Rico. Cuando decimos que venimos de una larga tradición de resistencia, lo decimos porque nuestra tierra siempre han habido cimarronas abriendo caminos para nuestra liberación. Sin embargo, nosotras, las militantes de esta joven organización, somos hijas de albañiles, maestras, cocineros, trabajadoras domésticas, entrenadores de béisbol, policías, obreros de la salud y trabajadores de fábricas que con su labor han brindado todo lo que estuvo a su alcance para que tuviésemos un futuro. No somos hijas de la izquierda de nuestro país. La mayor parte de nuestras familias no son o no se consideran independentistas ni socialistas, pero el llamado de justicia y las ansias de ser libres han sido lo suficientemente fuertes para juntarnos en el camino bajo un sueño en común.
De esta forma, hemos seguido sumando a la organización a compañeras y compañeros, organización que ha podido detener el expreso principal de nuestro país, que logró que cinco bancos durante horas cerraran sus sucursales bajo la amenaza de un posible embargo feminista. Hicimos que el gobernador se reuniera con nosotras. Y también supimos sacar a uno de los políticos corruptos de mayor antigüedad en nuestro país. Hemos sido reprimidas, perseguidas y criminalizadas por el Estado y aún siendo inexpertas, nuestro deseo de aprender los ha vinculado a grandes maestras y maestros en la lucha por nuestra patria. Nos mueve un gran sentido de amor por nuestro pueblo y nos mantiene firme aún el mayor sentido de responsabilidad, voluntad, compromiso y disciplina.
Durante este último año llevamos pasando por grandes procesos de maduración política cuyo camino ha desembocado en este verano un antes y un después para nuestra organización. Y yo no creo en casualidades, señor Presidente. Creo en misticismo de la revolución y en la verdad inquebrantable que aún en barro nacen flores. Así llegamos a Cuba, a pesar del bloqueo imperialista, por el mismo estado imperial que nos mantiene oprimidos a nuestros pueblos.
Estamos aquí gracias al trabajo de solidaridad que nos antecedió, trabajo que nos tejen rebeldías, ternura y en unión. Aquí en Cuba hemos tenido la oportunidad que muy pocas personas, bajo el asedio capitalista y colonial, han podido experimentar en sus vidas. Aquí hemos podido sentir lo que es que se nos trate con dignidad, desde las manos que nos han dado de comer hasta los cuidados, las voces que han narrado, la historia Cubana y el espacio que ha sostenido para que preguntemos, conversemos, intercambiemos y juntemos esperanza.
Nuestra esperanza es revolucionaria. Algo que hemos aprendido en tres principios de la Revolución Cubana. En primer lugar, que la revolución es construir, no solo desorganizar el modelo actual, sino sembrar algo más allá del sustento. En segundo lugar, que la Revolución es continuidad. No es solo el sueño de juventud y rebeldes, requiere profundizar y como un buen ron cubano se añeja a través del tiempo.
Y en tercer lugar, y dicho por el mismo Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, la revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado. Lo que requiere entonces reflexión, crítica y autocrítica. Señor Presidente y demás compañeros y compañeras, me dirijo a ustedes un 25 de julio del año 2024 a 126 años de la invasión de tropas norteamericanas en nuestra tierra, Puerto Rico, un 25 de julio a 72 años de la imposición de la farsa que llamamos Estado Libre Asociado en Puerto Rico, un 25 de julio a 46 años de la masacre del Cerro Maravilla, donde el Estado colonial asesinó a dos líderes jóvenes independentistas.
Hoy 25 de julio, que significa tantas cosas para nosotras y nosotras y que marca tanta historia de violencia. Pero se también, y esto lo he aprendido aquí, que ningún día es igual y para nosotras en la colectiva siempre será 26.
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