La Esencia del colonialismo
- Melody M. Fonseca Santos
- 27 abr
- 3 Min. de lectura
Por: Melody Fonseca Santos
En medio de la violencia colonial que experimentamos en Puerto Rico todos los días por las consecuencias que han tenido las políticas públicas de austeridad en los servicios esenciales, en el desplazamiento y en la emigración, los poderes concertados representados por los partidos gobernantes y sus donantes de campaña insisten en vendernos, una vez más, la construcción de un megaproyecto hotelero como modelo de desarrollo y como mecanismo para salir de la pobreza.
Esta vez, en el pueblo de Cabo Rojo, los propulsores del proyecto Esencia pretenden que creamos que el acaparamiento de casi 2,000 cuerdas de terreno (40 veces Plaza Las Américas) por parte de inversionistas extranjeros será la salvación de la clase pobre y trabajadora del suroeste. Con el obsoleto y desmentido discurso desarrollista, insisten en que se crearán miles de empleos sostenibles, de calidad y duraderos; minimizan el impacto que tendrá sobre la infraestructura eléctrica y de agua potable en el pueblo de Cabo Rojo; y relativizan el impacto fiscal que tendrán las exenciones contributivas ya otorgadas a los inversionistas y desarrollistas, y que rondan los 2,000 millones de dólares. Como si el pueblo fuera ingenuo, nos prometen acceso a las playas y conservación de la naturaleza, equiparando campos de golf a áreas verdes. Sin embargo, sabemos que Esencia representa desplazamiento, despojo, privatización, así como se sustenta en la práctica colonial del acaparamiento de tierra y mercantilización de la naturaleza.

Esencia pone en escena las definiciones más básicas del colonialismo en Puerto Rico. Por un lado, la “exclusividad” del proyecto implicará una segregación de facto entre la población local y la población que vivirá ahí, a través de la privatización del territorio. Debemos tener en cuenta que se trata, literalmente, de la construcción de una ciudad exclusiva dentro de un municipio. Tendrá aeropuerto, escuelas, hospital, vivienda, hoteles y restaurantes, con todos los servicios que residentes y visitantes de ese extracto social puedan necesitar. Por otro lado, es importante insistir en que al comerciante local no le van a generar ni un peso en ventas. Estas personas no vendrán a mover la economía local, sino todo lo contrario.
En la medida en la que la industria inmobiliaria especule sobre la vivienda y terrenos en Cabo Rojo y municipios aledaños, esto tendrá el efecto de aumentar el valor de la vivienda y terrenos en la zona, limitando las posibilidades de las personas locales de vivir en la región, así como de vacacionar a precios accesibles. Sin turismo local, el comercio local se verá afectado pues es este turismo local el que ha sostenido al sector de pequeñxs comerciantes.
Asimismo, Esencia profundizará la actual práctica de asentamiento colonial, tanto por su establecimiento en lo que es ahora un territorio mixto (algunas parcelas son privadas, otras no), de acceso común. Como toda práctica colonial, Esencia implica también la destrucción del ecosistema y la explotación de la naturaleza que ahora será moldeada para servir a los intereses del proyecto, desde los campos de golf hasta la remoción de manglares. Como han documentado expertxs en el tema, son diversas las especies locales que se verán afectadas, incluso a riesgo de extinción, por el impacto medioambiental que tendrá este proyecto. Esencia es un gran ejemplo de cómo funcionan las lógicas del capitalismo y colonialismo: facilitado por nuestra condición y nuestros gobernantes coloniales; impulsado por una de las industrias más perversas de nuestro país ⎯las bienes raíces⎯; al servicio de billonarios a quienes lo único que les interesa es la acumulación de riqueza a partir de la explotación del territorio, la naturaleza y lxs sujetxs coloniales.
Es por esto que a Esencia hay que hacerle frente. Frenar el desarrollo de este proyecto e iniciar un proceso para la verdadera conservación de la naturaleza en manos de las comunidades que las viven y las protegen debe ser el reclamo común.
Cabo Rojo es nuestro. Puerto Rico es nuestro. Y así lo defenderemos. ¡Solidaridad, lucha y resistencia: de norte a sur, de este a oeste!




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