Los pasados meses han sido unos de efervescencia de la politización en el país. Desde nuestra organización, potenciamos conversaciones abiertas sobre el momentum electoral, la importancia de la movilización, pero, sobre todo, lo imperativo de apostar por el trabajo político cotidiano, situado, consistente y organizado. El análisis del comportamiento electoral corresponderá a las colectividades que apuestan por ese frente. A nosotras, las organizaciones políticas y movimientos sociales, nos convoca el análisis sobre lo que enfrentamos y enfrentaremos ante un gobierno que va contra nosotras. Nos corresponde, por tanto, seguir construyendo una fuerza política que sirva de contención y de acción en contra de quienes siempre han apostado por nuestra desaparición. A quienes actúan desde el estado colonial, patriarcal, racial, capitalista y ecocida, les decimos:
¡No han podido aniquilarnos! ¡Seguimos aquí!
La afrenta es contra Nosotras: Organización política hoy más que nunca
La afrenta es contra nosotras. La agenda política neoliberal y de extrema derecha, tanto en el imperio como en la colonia, es una de muerte. Su norte es la destrucción del territorio y de los ecosistemas, la profundización del desplazamiento territorial, la destrucción del tejido social y la violencia hacia nuestros cuerpos y nuestra autonomía. Su agenda es la precarización -aún más- de nuestras vidas. Su deseo es nuestra desmovilización ante sus estrategias abrumadoras y desgastantes. Es fundamental que entendamos que toda esta violencia opera y operará de manera conjunta e interrelacionada. La destrucción de nuestro territorio se traduce en desplazamiento, racismo ambiental y precarización que afecta nuestra vida y nuestros cuerpos. La falta de infraestructura y el cierre de hospitales, clínicas y salas de parto amenazan nuestra salud, en especial, nuestra salud reproductiva. A su vez, la afrenta contra nuestra autonomía reproductiva pretende ponernos en “nuestro lugar” y despojarnos de nuestra capacidad de decidir lo que es mejor para nosotras. Su apuesta es la muerte.
Ante este escenario, debemos tener claro que no hay espacio para luchas individuales, ni fragmentadas. Este es el momento de insistir, más que nunca, que solo el trabajo político organizado nos puede salvar. Solo el trabajo político organizado nos permitirá construir la vida que merecemos. Es el momento de remar en la misma dirección. Pero también, es el momento de afinar nuestros posicionamientos ideológicos, de educar y educarnos políticamente y de apegarnos, desde la conciencia y la consistencia, a los anclajes políticos que nos sostendrán para lo que vendrá. Este no es el momento de la ambigüedad ideológica, ni de las cercanías tibias ni condicionadas. Es el momento de reafirmarnos como organizaciones políticas y movimientos sociales con capacidad de potenciar las transformaciones que sabemos necesarias, justas e impostergables.
En la Colectiva, nosotras apostamos a sostener nuestro trabajo político en los principios ideológicos y en la práctica política del feminismo negro y decolonial. Reconocemos que los sistemas de opresión patriarcal, racial, clasista, colonial y heteronormativo solo pueden ser desmantelados a través de luchas que reconozcan la imbricación e interrelacionalidad de todas estas violencias. Por esto, hemos gestado diversos espacios de formación política antirracista, anticolonial, antipatriarcal y anticapitalista con la intención de que nuestra militancia, colaboradoras, aliadas y comunidad se nutran de herramientas analíticas que apuestan por la deconstrucción de los prejuicios que como individuos cargamos, así como nos inspiren a trabajar por la emancipación colectiva. Hoy más que nunca nos reafirmamos en la potencia que el feminismo negro y decolonial representa para la lucha y la defensa del cuerpo y del territorio, pero, sobre todo, para la vida que día a día construimos en nuestro archipiélago. Nuestra apuesta es la vida.
Violencia de género y sus largos tentáculos
Como feministas negras y decoloniales tenemos claro que la violencia en contra de las mujeres y personas feminizadas no es solo patriarcal. Esta es igualmente capitalista, racial y colonial. Nuestra apuesta confronta al feminismo blanco, liberal y anquilosado que solo apuesta a la inclusión de mujeres cisgénero en el mundo del hombre blanco cis. Confrontamos además a quienes accionan desde lo punitivo y carcelario, reproduciendo las mismas lógicas del sistema que lo único que ha hecho es arrasar con las comunidades y sujetas vulnerabilizadas. Apostemos a más. Apostemos a que nuestro camino de emancipación colectiva puede y debe ser distinto, porque nuestra lucha es por la liberación de todas las personas oprimidas.
La violencia en contra de las mujeres y personas feminizadas no es solo patriarcal. Esta es igualmente capitalista, racial y colonial. La violencia en contra nuestra no es únicamente aquella que ocurre entre individuos o entre parejas, esta violencia se manifiesta también en el salario de miseria que reciben las mujeres trabajadoras en el país y en el aumento desmedido de la renta que nos deja sin hogar y nos separa de nuestra comunidad. La violencia en nuestra contra es también la falta de acceso a servicios de salud, es la inestabilidad del sistema eléctrico mientras políticos y contratistas se roban los pocos recursos para repararlo. La violencia que vivimos se manifiesta en el aumento de la factura de luz sin consideración al impacto que ello tendrá en nuestra capacidad de sostener nuestras familias. La violencia en contra nuestra es la falta de consideración y reconocimiento de todas las obligaciones laborales y familiares que asumimos, y es la triple jornada laboral que trabajamos fuera y dentro del hogar. La violencia en contra nuestra es la misoginia y el odio que funcionarios políticos electos manifiestan impunemente, cuando nos culpabilizan de la baja natalidad, mientras con sus decisiones nos imposibilitan vivir en nuestro país. La violencia en contra nuestra es la falta de educación con perspectiva de género en todos los ámbitos -escolar, laboral, comunitario- que construya las bases de una sociedad equitativa y segura para nosotras. Si bien no hay una fórmula mágica, sabemos que la violencia en contra nuestra no se soluciona con el Código Penal y que la respuesta no está en más políticas de muerte y alienación.
En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, nuestro llamado es a que reflexionemos sobre lo que implican los distintos tipos de violencias que experimentamos las mujeres y personas feminizadas. Hacemos un llamado a reflexionar sobre la complejidad de estas violencias en un cuerpo-territorio colonizado y arrasado por la deuda como Puerto Rico. También hacemos un llamado colectivo a pensar cómo le ponemos fin a estas violencias, entendiendo que no habrá manera de transformar nuestras vidas y el país, sin confrontar las instituciones públicas y privadas que posibilitan y promueven esas violencias. No hay posibilidad de tener una mejor calidad de vida, mientras se sigan sosteniendo las condiciones de vida que nos mantienen en la pobreza y en la subyugación. No es posible atender la violencia de género con parchos o compromisos políticos fallidos como lo fue el Estado de Emergencia contra la violencia de género.
Por mucho tiempo hemos confiado en la posibilidad de que los políticos tomen consciencia de ello y asuman su deber. Es momento de confiar en nuestra fuerza organizativa, en nuestro poder como pueblo para hacer posible la vida digna que merecemos vivir. Es momento de ocupar juntas las trincheras para luchar por nuestras vidas.
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