Este escrito fue redactado en momentos en que se discutía públicamente el caso de la atleta de natación Lia Thomas, objeto de una serie de ataques transfóbicos tras su triunfo en las finales de la Asociación Nacional Atlética Colegial.
Por Shariana Ferrer-Núñez
La dignidad del ser humano no es asunto de debate, conversación ajena o entretenimiento. Tampoco es espectáculo o deporte en el que podemos desprender a las personas que viven, sienten y sufren la discriminación en carne propia.
Dicho esto, nos parece importante señalar que las personas TRANS han sido históricamente perseguidas y violentadas por no encajar normas socialmente impuestas bajo un sistema patriarcal, anti-negro y capitalista. Un sistema que al día de hoy continúa persiguiéndoles, a veces con la ayuda de la derecha, en otras con la reproducción de lógicas binarias por parte de la izquierda o grupos feministas trans-excluyentes (TERFS). En ambos casos, la deshumanización de las personas trans se ejerce desde un entendido fundamentalista que esencializa a los sujetos hombre/mujer. Dejando afuera todo lo que no cabe en este entendido.
Lo cierto es que esta lógica binaria fue introducida por el proyecto colonial, ahora sistema mundo-moderno, que estableció al “hombre” como sujeto de poder/derecho/político y subordinó a la “mujer” como aquello que no era hombre. Es decir, la categoría de mujer no constituye a lo que algunxs insisten en nombrar desde la diferencia fisiológica o reproductiva, más bien la “mujer” era todo aquello NO-HOMBRE.
En adición, esta categoría de diferenciación (GÉNERO) solo aplicaba para aquellos sujetos BLANCOS. Puesto a que tanto la idea de hombre, como la mujer, estaban vinculadas a la noción de LO HUMANO; imaginario secuestrado por la noción de BLANQUITUD. Es decir, lo humano era solo lo “blanco-europeo” y dentro de lo “blanco-europeo” la distinción de género establecía como sujeto político (quien toma decisiones, quien manda, quien puede heredar, quien iba a la
guerra, etc) al hombre.
Las personas negras no eran humanas. Es decir, no eran ni hombres, ni mujeres. Eran animales de carga, bestias a domar, herramientas, y sobre todo, eran PROPIEDAD. Es por esto que las personas negras esclavizadas (todas) eran explotadas, violadas, agredidas, negadas de posibilidad. No eran seres vivos, eran propiedad, en función de un sistema anti-negro, colonial, patriarcal, capitalista.
¿Por qué nos parece importante traer esto? Pues, porque estas lógicas permean en las
discusiones que le asigna función y roles a las personas, a los cuerpos o a partes del cuerpo. Parecería que el deseo y la voluntad de las personas queda fuera de la ecuación, porque otros deciden cuál es el camino que debemos seguir.
Nuestra organización -habitada y construida- es posible por el trabajo de mujeres negras, personas cuirs, personas trans, estudiantes, trabajadores, pobres, independentistas, socialistas, feministas, decoloniales y de la larga tradición radical negra. Y en honor a ese legado, nos supone ser críticas y autoreflexivas con nuestras posturas, así como ser firmes en la defensa de la vida que construimos colectivamente.
Sí, es una lucha campante por la vida. La misma que el supuesto discurso “biologicista” niega. La vida posible en el ahora. La maravilla de poder existir fuera de las normas impuestas por el poder hegemónico, por el sistema de muerte que intenta -pero no logra- acabarnos.
No hay ventaja cuando la expectativa de vida de las personas trans no pasa de 35 años. No hay ventaja cuando para poder afirmar tu identidad de género te obligan a medicalizarte y pasar por procesos quirúrgicos y hormonales solo para probarle a otrxs que eres mujer/hombre. No hay ventaja cuando te obligan posicionarte de un lado del binario y no dejar transitar/transgredir o salirse del entramado. No hay ventaja cuando ser trans implica estar bajo escrutinio constante, recibir violencia, insultos, agresiones. No hay ventaja cuando el mundo se encarga de despellejarte cada célula, porque han inscrito lo que se supone que fueses en cada unidad microscópica de tu ser.
Y si esto fuese un asunto de deportes, pues las atletas Caster Semenya de Sudáfrica, Francine Niyonsaba de Burundi y Margaret Wambui de Kenya (atletas NEGRAS), sometidas a violencia racista/sexista, fueron excluidas de participación deportiva por el mismo discurso biologicista que empujan terfs/racistas.
Las mujeres negras nos han mostrado que somos esa vida imposible, que se va a la fuga. Las mujeres negras, como las personas trans, han sido marcadas como lo desechable si nuestro cuerpo no cumple con lo que dicen que debemos ser.
Así que seremos incapturables.
Si sus leyes, sus normas y sus discursos de ‘ciencia’ occidental y blanca nos niega nuestra humanidad, haremos fuga y fisura. Seremos el quiebre y su tumba.
Somos sujetas políticas, reconocemos nuestro poder y lo construimos en colectividad. Nos apropiamos de nuestras vidas, de nuestra historia, de nuestra posibilidad. Se va a caer, compañerxs, no gasten energía en sostenerlo.
A nuestrxs compañerxs trans, dentro y fuera de la Cole, defenderemos la vida otra. NUESTRA.
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